Su aromática más bien compleja, está redondeada por notas propias de su crianza breve en roble, que revela aromas tostados y aquellos que recuerdan al café.
Al paladar se presenta con buen caudal, con un avance donde revela la sucrosidad propia del Malbec y el tanino levemente dulzón tan típico de la variedad, pero con algo de músculo por el aporte de la «tríada bordolesa». El resultado es un vino con carácter y elegancia, pero sobre todas las cosas, muy bebible.